viernes, 13 de enero de 2012

LAS CHICAS MODERNAS ENSEÑAN LAS PIERNAS, LAS CHICAS DE BARRIO LEVANTAN LAS MANOS









Me parece que la modernidad en poesía (si es que significa algo esa palabra, ser moderno) no es una urgencia. Pero a veces tiendo a pensar que esta brilla por su ausencia. Que no se me malentienda, no estoy reclamando modernidad por modernidad, il ne faut pas être moderne para serlo, pero a veces tengo la sensación que la poesía no está a la altura sentimental, atmosférica, de su momento. Voy a poner dos ejemplos: escucho el disco que The XX sacaron en 2009 o el nuevo de Neon Indian, Era extraña, y pienso qué hijos de puta, estos veinteañeros tienen mi edad y están logrando  expresar la música de mi época. Escucho Crystalised y pienso que de alguna forma la canción capta un momento que solamente es nuestro, y lo mismo cuando escucho un grupo de chillwave.



Ahora pensemos en Tenían veinte años y estaban locos, la antología de La Bella Varsovia de este verano, ¿hay alguno de nosotros que sea moderno en esa antología?, ¿qué nos hace modernos o qué hace moderna a la poesía?, ¿hay poetas modernos en España? Estoy seguro que todos somos modernos en cierto sentido, pero ¿cómo se detecta eso? ¿La procacidad como actitud en el caso de Constantino Molina, las menciones a la menstruación y el cuerpo impúdicamente mostrado en algunos casos femeninos, en la aparición de The Hulk? Ninguno de estos casos es nuevo, ni la impudicia, ni la palabra polla ni la aparición de un héroe de cómic. Quizá, lo que sí es relativamente nuevo, es su normalización, todas estas cosas están en nuestro kit generacional como si nada, no son una adquisición, sino una actitud que viene de serie y que simplemente termina por modular un poco los grandes temas, ampliar la semántica de lo universal, el pensador de Rodin con el codo apoyado en la otra rodilla. Marinetti y toda su época en general estaban, en mi opinión, un pelín demasiado emocionados con sus cosas. ¿A quién no le alucina la existencia de Internet? Y, sin embargo, internet o la ubicuidad espaciotemporal no formarían parte jamás de mi poética personal o de su concreción formal, precisamente porque su novedad, su valor de presente, es tan explícito, que me parecería ridículo. Y hablo de mis preferencias, por supuesto. Si fuera capaz de incluir, pongamos, un léxico tecnológico en mi poesía, sería siempre baja la absoluta tranquilidad, el menor aspaviento. Lo supuestamente moderno no puede serlo nunca. ¿Entonces, qué? ¿Cómo escribiremos ese poemario que sea la equivalencia poética al XX (o cualquier otro ejemplo) de nuestra época? Cómo transmitir que somos modernos, sin ínfulas, que somos bondadosamente modernos, que nuestra época es absolutamente única y que podemos sentirlo (no hablo de referirse a la época, hablo de transmitirla, nada de apelaciones a nuestra condición socioeconómica). ¿Estamos a tiempo de celebrarnos?

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