Papel a punto de es el primer libro que
Estíbaliz Espinosa (A Coruña, 1974)
publica en castellano, tras traducirlo ella misma del gallego. Este es un libro
desalentador porque Espinosa nos conduce hasta el borde del aliento poético,
donde este se precipita, y nos detiene ante él para indicarnos que nos demos la
vuelta, que contemplemos el sendero que acaban de abrir nuestros pies: “Así contiene su aliento / nevado, sí, la
página. // No. Se dice.
/ Palabras no. No ahora.” Pero este espacio de
inminencia Espinosa lo ha convertido en territorio, no en página detenida, sino
en página revertida o background o base de datos o cuello uterino.
Tras una
advertencia preliminar accedemos a un lugar de escritura cuneiforme o
flujiforme, tres líneas divisorias de la escritura: ‘Materia oscura’, ‘Materia
gris’ y ‘Fluido rosa’. En la primera, se suceden las grandes quebraderos del autor,
la pregunta por el ser creativo (“Qué pájaro querrá beber de los charcos de la
autocomplacencia”), la intemperie
antropológica del creador (“Fósforo 1’3%
/ Encienden con un soplo este texto”) o la transustanciación de los referentes
reales en semántica extraña (im)perecedera (“Somos fiambres de letras, papel
sucio, tinta a punto de.”). Pero donde la banalidad afilaría su navaja oxidada
de barbero descabellado, ella sabe acudir a una ironía que explota en muchas
direcciones, sacando tajada de los registros más variados; no hay miedo a la
metáfora encavernada ni a los aperos más modernos.
En ‘Materia gris’ salen al trasluz
de la página los temas del poema, y Espinosa nos hablará de la importancia de
las ciudades en su obra (Nueva York, A Coruña…) y coqueteará con lo cibernético
o la evolución (“Oh, venga, levitemos.
Dejémonos de bromas. Vamos allá.”).
La última parte del libro es una
vuelta de tuerca sobre lo femenino como elemento constitutivo, la relación con
las madres ('raza de mujeres') como
base de escritura o ajuste de cuentas (“sobre cuanto nunca mamá nos dijimos”), una
apología de la amazona moderna (esa presencia de Polly Jean Harvey), un diálogo
con todas esas mujeres a punto de, con quien enfrentarse para salir todas
escribientes, mujeres y victoriosas: “Ya
eres una de las nuestras. / Te comprendemos, calla la boca. / Escribe, zorra.”
*Reseña publicada originalmente en el número 16 de la revista Nayagua, febrero de 2012.
Cada vez que paso por aquí me da ganas de leer poesía rodeado de conejos. Y no es broma. ¿Qué debo leer ahora, Rabbit? Mi colección de poesía de mi maison es escuálida, usted dirá, fucker.
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Mi querida Vanidad En Polvo (versión supermercado), Polvo de Vanidad (versión categoría porno tube clasificable como 'Ex-girlfriends' o Polvo de Vanidad (versión hada madrina azul) o Vanidad hecha Polvo (versión mu' buena persona e' u'té'), SÍ YA PARO, le decía, le iba a decir que, dado su temperamento deslenguado, le recomiendo EL CIELO, de Manuel Vilas. Bueno, en realidad le recomiendo toda la poesía del señor Vilas, recogida en AMOR (Visor, 2011 creo). Me despido y le recuerdo (porque sin duda es un recuerdo agradable de recordar) que en las pantallas de Sonic,en su versión para Sega Megadrive, cuando derrotabas al mini monstruo, detonabas una cápsula ultrachunga y brotaban conejitos, rabititos guapos, cute little rabbits.
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